
Gana el control y sentido de tu vida
Por: Dra. Lisa Marrero Vega, Ph.D., psicóloga en el Hospital Pavia Hato Rey
No puedes evitar que el pájaro de la tristeza vuele sobre ti, pero puedes evitar que anide en tus cabellos. (Proverbio chino)
Este año sin dudas ha sido uno de grandes retos. Desde el inicio del año con los temblores y ahora con los cambios en nuestro diario vivir provocados por la pandemia hemos estado expuestos a grandes dosis de estrés y ansiedad. Ahora con la llegada de la Navidad se acumulan todos estos factores ambientales y sociales que pueden provocar en muchas personas el surgimiento de la depresión, ya que los estudios sugieren que la depresión tiene concomitantes genéticos, psicológicos, sociales y ambientales.
La depresión es el trastorno del estado de ánimo más frecuente y también es una condición que si no es tratada de forma consistente, podría ser incapacitante y en el peor de los casos puede ser mortal. Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 300 millones de personas en todo el mundo sufren de algún tipo de depresión y de éstas, alrededor de 800,000 lamentablemente se suicidan.
Muchas personas confunden la depresión con la tristeza que resulta de situaciones o eventos cotidianos. Podemos establecer que la tristeza y melancolía que sientes por situaciones como ver una película o no poder lograr algo deseado te vuelve triste pero no deprimido. Puedes entrar y salir de la tristeza ya que es una emoción que en personas saludables es pasajera. Por otro lado, la depresión es un estado de angustia, tristeza profunda y dolor emocional por un mínimo de dos semanas consecutivas en la que experimentas unos cambios en tu estabilidad emocional, capacidad para pensar con claridad, funcionamiento social y hasta laboral. Debido a las repercusiones que puede tener sobre tu vida, es importante que sepas identificar los síntomas de la depresión para que puedas tomar acción rápido. No todas las personas experimentarán los mismos síntomas, pero lo que comparten todos es que estos síntomas limitan o deterioran la funcionalidad y la calidad de vida.
La depresión puede provocarte episodios de llanto sin una explicación; también puedes experimentar irritabilidad, mal humor y pobre tolerancia a las situaciones demandantes. Tu capacidad para concentrarte y recordar cosas disminuye. Se te hace difícil pensar con claridad y tomar decisiones. También puedes experimentar disminución o falta de energía para realizar tus tareas, fatiga, lentitud al hablar o moverte, pobre motivación para hacer las cosas que antes te gustaban hacer, dejas de interesarte por contactar a tus amistades y familiares, lo que redunda en sentimientos de soledad y vacío. Además, puedes experimentar sentimientos de culpa, minusvalía y baja autoestima. Puedes sentir inquietud y altos niveles de ansiedad también. Tus pensamientos tienden a centrarse sólo en las situaciones del pasado en las que sufriste y tienes una visión del futuro pobre. En casos extremos, esta pobre visión del futuro o desesperanza puede llevarte a tener pensamientos de muerte o ideas suicidas.
También tu patrón de sueño se altera ya sea con insomnio, o porque duermes de más; te despiertas de madrugada o se invierte tu periodo de sueño y vigilia. De igual forma tu apetito y patrón alimentario se afecta disminuyendo o aumentando la ingesta de alimentos. Podrías aumentar o perder peso en poco tiempo. Suelen surgir síntomas físicos como dolores musculares, estomacales y de cabeza, por ejemplo.
Por otro lado, existen diferentes tipos de depresiones. Por ejemplo, dos tipos de depresiones que ocurren en las mujeres son la depresión posparto y el trastorno disfórico premenstrual. La depresión postparto surge dentro de las dos semanas luego del parto donde los síntomas depresivos le dificultan a la madre disfrutar y realizar las tareas de cuido del recién nacido y de sí misma. También ocurre en algunas mujeres el trastorno disfórico premenstrual donde los cambios hormonales afectan el estado anímico de ésta provocándole depresión, irritabilidad y ansiedad.
Muchas personas sufren de distimia, un estado de ánimo depresivo persistente por mínimo de dos años en adultos, que fluctúa entre episodios de depresión mayor y periodos de depresión leve. En niños y adolescentes las fluctuaciones son de un mínimo de un año y la depresión se manifiesta más con irritabilidad.
En las personas con trastorno bipolar, también sienten síntomas depresivos cuando se encuentran en la fase depresiva de la condición. En casos en los que la depresión es severa, la persona podría experimentar alteraciones perceptuales o alucinaciones, como también creencias que no se ajustan a la realidad o delirios.
Existe la depresión estacional, la cual se caracteriza por el surgimiento de los síntomas depresivos al llegar el otoño e invierno y desaparecen al llegar la primavera y verano. Se cree que la disminución a la exposición de la luz solar afecta el estado anímico de estas personas. Todos tenemos un reloj biológico que se ajusta con la exposición a la luz solar y cuando las horas de oscuridad son mayores a las horas de luz, algunas personas comienzan a sentir los síntomas de depresión cada año para la misma estación del año. Los síntomas que más se destacan son la somnolencia, lentitud al pensar, la irritabilidad y la ganancia de peso. En estas personas puede ocurrir una disminución en los niveles de serotonina que es un neurotransmisor en nuestro cerebro que afecta el estado de ánimo. Otro factor que incide en la depresión estacional es la disminución en los niveles de melatonina. Esta sustancia interviene en los patrones de sueño por lo que al haber un desequilibrio en ella, se te hará más difícil tener un patrón de sueño adecuado.
Algunos factores de riesgo de padecer de depresión son los genéticos como tener familiares con la condición. También hay condiciones de salud o enfermedades que pueden deprimirte, como el hipotiroidismo, fibromialgia, enfermedades cardíacas y Alzheimer, entre otros. Los cambios adversos en el estilo de vida, traumas, pérdidas y estresores económicos, familiares y laborales también te pueden poner en riesgo de desarrollar depresión.
Si identificaste algunos de los síntomas de la depresión, no te angusties, lo más acertado es que acudas a un profesional de la salud mental. Hay personas que piensan equivocadamente que las condiciones de salud mental “son cosas de locos”, “son personas débiles de mente” o “eso es mental” como si fueran producto de la imaginación de la persona. Nada más lejos de la verdad. Todos podemos desarrollar síntomas de depresión en algún momento de nuestras vidas. Esto no se trata de tu personalidad, sino de cómo están funcionando los neurotransmisores en tu cerebro, especialmente la serotonina y cómo se interconectan con tus experiencias de vida.
Existen diferentes tipos de tratamiento para estabilizar el estado de ánimo deprimido. Visitar un psiquiatra te ayudará a comenzar un tratamiento con medicamentos que te aliviarán los síntomas particulares que experimentas y en muchos casos, éstos desaparecerán. En la mayoría de los casos se recomienda el uso de antidepresivos, ansiolíticos e hipnóticos. Además de la farmacoterapia, la psicoterapia ofrece diferentes opciones terapéuticas para ayudarte a identificar y modificar los pensamientos y conductas que promueven tu depresión. Algunos enfoques basados en evidencia son la terapia cognitivo conductual, terapia de aceptación y compromiso y la terapia interpersonal. Puedes atenderte en las modalidades de terapias individuales o grupales. Aquí un psicólogo te acompañará en este proceso. Como puedes ver, existen alternativas para que vuelvas a ganar el control y sentido de tu vida, te animo para que con la ayuda del profesional de salud mental puedas enfrentar satisfactoriamente los retos que se avecinan y disfrutes de la calidad de vida que mereces tener.
Para información adicional, puede comunicarse al 787-641-2323 o al 787-705-7916